Explorar los recuerdos y darse cuenta de que antes teníamos un cuerpo más firme, menos peso, sin arrugas, estrías o celulitis, con una sonrisa rodeada de piel tersa y sin patas de gallo, no es sencillo.
Entiendo que aceptar que este es nuestro cuerpo es un proceso desafiante.
Asumir esos cambios como parte de la realidad implica examinar minuciosamente todo lo que no nos agrada y verlo con una nueva perspectiva. Es desafiar las creencias y estándares de belleza y juventud que nos han impuesto desde la infancia.
Pero ¿sabes qué? Es hora de verlo como lo hacen nuestros hijos…
Nosotras deseamos tener brazos más firmes, pero ellos solo ven brazos que los abrazan y los sostienen.
Nosotras nos preocupamos por la celulitis en nuestras piernas, pero ellos solo ven piernas que los persiguen jugando y divirtiéndose.
Nosotras deseamos no tener arrugas ni papada, pero ellos solo ven nuestras sonrisas y risas.
Nosotras nos juzgamos en el espejo por todo lo que nos gustaría cambiar, pero ellos no cambiarían absolutamente nada de nosotras. Así que tomemos la opinión que nuestros hijos tienen sobre nosotros y hagámosla nuestra.
Agradezcamos cada día que nuestro cuerpo pueda abrazar y besar a quienes amamos, que nuestras piernas tengan la fuerza para levantarnos cada día y hacer lo que nos gusta, que nuestros ojos puedan apreciar la belleza de un día soleado.
Siempre habrá algo que no nos guste de nuestro cuerpo, pero no criticarlo es el primer paso para ayudar a nuestros hijos a tener una mejor autoestima. Es una forma de enseñarles a aceptarse y amarse tal como son.
Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos; al criticarnos o juzgarnos frente a ellos, piensan que esa es la forma de hablarse a sí mismos. Esto daña su autoestima y los hace vulnerables a miedos, inseguridades y ansiedades, además de ser uno de los hábitos más difíciles de superar en la vida adulta.
Comencemos a vernos de manera diferente e intentemos transmitirlo a nuestros hijos. Elogiemos nuestros cuerpos por lo que pueden hacer por nosotros y no por los defectos que percibimos. Hagamos lo mismo con nuestros hijos, enseñémosles a cuidar sus cuerpos, beber agua y agradecer todo lo que son y tienen. Verás que esta será una gran herramienta para su adolescencia.
Fuentes: // Yahoo Noticias // Imagen de Google // Naran Xadul // Anabel Pérez //
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