Bienestar: ¿Entre los 40 y 60 años se incrementa la pérdida de memoria, qué sugiere la ciencia para evitarlo?
Nuestro cerebro experimenta cambios más rápidos en ciertos momentos cruciales de la vida, como si el reloj biológico avanzara a un ritmo acelerado. La niñez y la adolescencia ejemplifican esto. Sin embargo, durante gran parte de la adultez, el ritmo parece ser constante: un año tras otro.
Aunque, existe una fase intermedia en la que el reloj cerebral también avanza velozmente y cambia sin percibirlo conscientemente. Este período es conocido como "mediana edad", situado entre los 40 y 60 años, y puede influir en nuestra salud a largo plazo.
Los psicólogos que investigan el declive cognitivo relacionado con la edad han notado que las facultades mentales disminuyen gradualmente entre los 20 y los 40 años. Sin embargo, el recuerdo de eventos cotidianos parece sufrir cambios particularmente rápidos durante la mediana edad. Incluso en individuos sanos, algunos experimentan una rápida disminución de la memoria en este período.
Esto sugiere que el cerebro puede experimentar cambios acelerados en lugar de progresiones graduales durante este lapso. El hipocampo, crucial para la formación de nuevos recuerdos, es una de las estructuras que parece alterarse significativamente. Aunque este se reduce en tamaño durante gran parte de la vida adulta, esta reducción parece acelerarse durante la mediana edad, lo que podría explicar los cambios en la memoria mencionados anteriormente.
La sustancia blanca, que facilita las conexiones entre las células cerebrales, es fundamental para el funcionamiento cerebral. Estas conexiones maduran lentamente durante la edad adulta, especialmente aquellas relacionadas con funciones cognitivas como la memoria, el razonamiento y el lenguaje.
Sin embargo, durante la mediana edad, muchas de estas conexiones alcanzan un punto crítico y comienzan a disminuir en lugar de continuar su crecimiento. Esto implica que las señales y la información no pueden transmitirse tan eficientemente como antes, lo que resulta en un aumento en el tiempo de reacción. Específicamente, las conexiones de la sustancia blanca que forman redes interconectadas para funciones cognitivas, especialmente relacionadas con la memoria, se ven afectadas.
Al igual que las personas tienden a agruparse en comunidades sociales, las regiones cerebrales hacen lo mismo a través de sus conexiones. Esta organización de la comunicación cerebral nos permite llevar a cabo tareas complejas, como planificar y tomar decisiones. El cerebro alcanza su punto máximo de eficiencia en este sentido durante la mediana edad, pero después de este período, estas "comunidades" comienzan a desintegrarse.
Estos cambios, aunque sutiles, son significativos considerando que la población mundial de 60 años o más se duplicará para 2050, lo que inevitablemente aumentará los casos de demencia.
Tradicionalmente, la ciencia se ha centrado en estudiar el cerebro durante la vejez, cuando los efectos del envejecimiento son más notorios. Sin embargo, intervenir en este punto puede ser demasiado tarde. La mediana edad, por otro lado, podría ser crucial para detectar tempranamente factores de riesgo de deterioro cognitivo futuro, como la demencia, brindando así la oportunidad de intervenir a tiempo.
¿Pero cómo podemos detectar estos cambios sin recurrir a costosos escáneres cerebrales para todos? Resulta que el contenido sanguíneo puede proporcionar pistas sobre el envejecimiento cerebral. Con el tiempo, nuestras células y órganos se deterioran, y el sistema inmunológico puede desencadenar procesos inflamatorios en respuesta. Estas moléculas inflamatorias pueden viajar por el torrente sanguíneo hasta el cerebro, afectando su funcionamiento normal y potencialmente la cognición.
En una investigación reciente, científicos de Johns Hopkins y la Universidad de Mississippi pudieron predecir cambios cognitivos futuros veinte años después analizando las moléculas inflamatorias en la sangre de adultos de mediana edad. Esto respalda la idea emergente de que la edad biológica puede proporcionar más información sobre nuestra salud futura que simplemente nuestra edad cronológica, y esta edad biológica podría estimarse mediante análisis de sangre simples y económicos.
Fuentes: // Yahoo Noticias // Imagen de Google // Hola.com // The Conversation // Sebastian Dohm-Hansen , Jane A. English, Aonghus Lavelle, Carlos P. Fitzsimons, Paul J. Lucassen and Yvonne M. Nolan. //
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