Cada noche, a pesar del cansancio, me aseguro de acostar y abrazar a mis hijos para que se duerman. Es nuestro tiempo final juntos del día, y lo aprovecho para charlar y hacerles preguntas, sin distracciones.
Este hábito nos beneficia a ambos: me permite conocer sus pensamientos y sentimientos, y les brinda confianza, complicidad y seguridad de mi apoyo.
Evito convertirlo en un interrogatorio, ya que respuestas simples como "sí" o "no" no nos llevan a ningún lado. Mi objetivo es establecer un canal de comunicación abierto, y estas son algunas de las preguntas que les hago:
1. ¿Qué te hizo sonreír hoy?
2. ¿Hubo algo que te entristeció?
3. ¿Cuál fue tu parte favorita del día?
4. ¿Hubo algo que no te gustó?
5. ¿Aprendiste algo nuevo hoy?
6. ¿Tienes alguna pregunta sobre el día?
Estas preguntas nos permiten compartir anécdotas divertidas, entender sus emociones y preferencias, así como también aprender de sus experiencias y preocupaciones.
Al hacer esto, busco que sepan que siempre estaré aquí para escucharlos, sin juicios ni críticas, solo con apoyo y comprensión. Quiero que se sientan cómodos compartiendo cualquier cosa conmigo, ya sea buena o mala, y así fomentar una relación basada en la confianza mutua.
Fuentes: // Yahoo noticias // Google imágenes // Naran Xadul //
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