Crianza: La manera en que manejes las rabietas de tus hijos influirá en su futuro.

 



Aquí te encuentras, con la voz insegura y un nudo en la garganta, observando a tu hija llorar porque quería que le hicieras unas trenzas, pero no quedaron tan largas como las de Anna de Frozen.

Por más que intentas explicarle que esas son las únicas trenzas que puedes hacer, ella está molesta, no deja de llorar y ha buscado a su papá por toda la casa porque tú no pudiste cumplir con la única solicitud que te hizo.

Para empeorar las cosas, es hora de salir y la pequeña está llorando sin parar. Ahora, se niega a ponerse un suéter y ha tirado sus zapatos en medio de su rabieta. ¿Has intentado respirar profundamente 800 veces, te has retirado de la habitación para evitar enojarte más, le has dado tiempo para expresar su frustración, has intentado distraerla o incluso has perdido la paciencia?

Como puedes ver, existen numerosas formas de reaccionar ante el berrinche de un niño de 2 años. En este caso, podría haber sido uno de esos días en los que tenías tiempo de sobra para dar explicaciones, ya que estabas relajada, o podría haber sido todo lo contrario.

No existe una única forma de reaccionar, ya que siempre hay múltiples factores externos que pueden influir en cómo gestionamos las rabietas. Sin embargo, cada acción que tomemos durante las numerosas rabietas de nuestros hijos se convertirá en información vital para su vida adulta.

En primer lugar, es importante comprender algunas cosas. Cuando un niño estalla en una rabieta, su cerebro está bajo un gran estrés. Las rabietas son una estrategia que utilizan para regular las intensas emociones que están sintiendo en ese momento.

En contraste, los adultos, con cerebros maduros, nos autorregulamos mediante esa voz interna o externa que nos dice "tranquilos", "ya no te enojes", "esto pasará", entre otras cosas. Los niños pequeños no poseen esta voz interna, por lo que la forma en que nosotros los ayudemos a superar estas situaciones determinará su voz tranquilizadora interna durante toda su vida.

Según un estudio de la Universidad de Illinois, la manera en que las madres reaccionen ante las rabietas de sus hijos puede predecir cómo estos manejarán sus emociones de adultos.

Si nos ven como calmadas y empáticas, podrán desarrollar la capacidad de autorregularse de manera saludable, o al menos eficazmente. La clave radica en manejar primero nuestras propias emociones y luego las de nuestros pequeños para poder brindarles el apoyo que necesitan.

No debemos minimizar sus emociones, ni recurrir al castigo o amenazas. En su lugar, debemos tratar de empatizar cada vez que los veamos desbordarse, porque lo que están experimentando no es una estrategia de manipulación, sino un momento de auténtico estrés y sufrimiento junto a nosotros.

Olvidémonos de las miradas de los demás, tomémonos el tiempo necesario para calmarnos, respiremos profundamente y reflexionemos sobre qué está desencadenando en nosotros estas emociones al lidiar con nuestro hijo.

En lo que respecta a tu bebé, esta etapa es necesaria para su desarrollo y le proporcionará las bases de su inteligencia emocional. Por lo tanto, vale la pena abordarla de la mejor manera posible, validando sus emociones, evitando avergonzarlo, ayudándolo a comprender sus emociones y cómo manejarlas. Si le estamos negando algo, también es importante ofrecerle una alternativa, darle tiempo y permanecer a su lado.

Fuentes: // Yahoo noticias // Google Noticias // Naran Xadul // Asociación Americana de Psicología //




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