Bienestar: A partir de los 40 es aconsejable evitar estos alimentos (y no solo por el aumento de peso).

 



Con el tiempo, nuestro cuerpo va cambiando. El envejecimiento natural nos hace notar que ciertas cosas -movimientos, alimentos o trasnoches- no se toleran como antes. Incluso, aparecen sensibilidades y afecciones debido a años de malos hábitos, entre otras razones. Así, después de los 40, empezamos a cambiar y a escuchar esa voz interna que nos dice "cuídate". Entre esos cuidados esenciales, la alimentación es primordial.

En algunos lugares del mundo, conocidos como "zonas azules", se han estudiado los hábitos de sus habitantes, quienes son los más longevos. En estas zonas, la alimentación es un factor crucial, por lo que es una buena idea seleccionar lo mejor para nuestro cuerpo y descartar lo que ya no nos beneficia.

No se trata solo de mantener un peso adecuado o adelgazar, ni de demonizar alimentos. Está claro que el equilibrio, y no las dietas restrictivas, es la verdadera clave de una alimentación saludable. Por lo tanto, lo primero que debemos recordar es que consumir algún alimento con demasiadas grasas saturadas o azúcar ocasionalmente, no es peligroso. El problema radica en el exceso.

Todo cambia después de los 40 años.

Es cierto que la cuarta década de vida sigue siendo una etapa de plenitud física y cognitiva. Seguimos teniendo energía para realizar nuestras actividades físicas e intelectuales, pero silenciosamente el organismo empieza a ralentizar algunos procesos. Según se explica en Medline Plus, algunos de estos cambios se reflejan en la estatura, pues perdemos centímetros progresivamente y en la acumulación de grasa corporal que aumenta constantemente.

Asimismo, tanto la masa ósea como la muscular empiezan a disminuir y al cuerpo le resulta más difícil eliminar sustancias tóxicas. Podemos ayudar con claves puntuales y mejorando la alimentación. Primero, se recomienda evitar el exceso de azúcar, especialmente la que no se percibe fácilmente. Es decir, la que se encuentra en refrescos, jugos, frutas en almíbar, panes, yogures con sabor a fruta, barritas de granola y muchos alimentos más. El exceso de azúcar aumenta el riesgo de padecer no solo diabetes, sino también enfermedades cardiovasculares e incluso cáncer, especialmente a medida que envejecemos.

Por ejemplo, un estudio publicado en Current Development in Nutrition encontró que las mujeres que tomaban al menos una bebida azucarada al día tenían un 78% más de riesgo de padecer cáncer de hígado, en comparación con las que consumían tres al mes.

Otros alimentos a evitar o reducir considerablemente son aquellos muy altos en sodio, como los embutidos, alimentos ultraprocesados, sopas instantáneas o enlatadas, entre otros. Leer las etiquetas y comprobar que no haya sal añadida en estos productos puede ayudarnos a evitarlos. Aunque el sodio es necesario para el funcionamiento de nuestro cuerpo, varios estudios han demostrado que disminuir su consumo, especialmente en personas mayores, mejora síntomas como la inflamación y el cansancio.

También es importante considerar que los snacks demasiado salados y los alimentos ultraprocesados contienen no solo exceso de grasas, sodio y azúcar, sino también conservantes y otros aditivos químicos que no son beneficiosos para nadie.

Por último, el exceso de grasas saturadas y las grasas trans influyen directamente en la salud cardiovascular, pues contribuyen a aumentar el colesterol y los triglicéridos. Añadir frutas, vegetales, cereales integrales, proteínas de calidad, ácidos grasos y una hidratación adecuada a nuestra dieta nos ayudará a lograr el equilibrio clave para nuestro bienestar.

Fuentes: // Yahoo Noticias // Imagen de Google // Adriana Terán //


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