El comportamiento negativo de un niño suele esconder emociones subyacentes. En ocasiones, los niños carecen de las herramientas necesarias para expresar lo que sienten internamente, y esa angustia psicológica se manifiesta a través de su conducta.
A veces, los niños requieren más espacio, tiempo y, sobre todo, comprensión de la que los adultos les ofrecemos. Cuando un niño se queja constantemente o solicita cosas llorando, puede indicar una necesidad de expresarse sin temor a ser juzgado.
Si un niño adopta un comportamiento mandón, dando órdenes y controlando, puede esconder un miedo profundo a que sus necesidades no sean satisfechas. Brindarle seguridad es crucial.
Cuando un niño compite o molesta a sus hermanos con frecuencia, puede buscar sentirse más valorado por su identidad y fortalecer la conexión con sus padres.
Si un niño parece no escuchar cuando se le habla, es posible que sienta que sus deseos no son tenidos en cuenta.
La rebeldía de un niño puede derivar de la necesidad de sentirse más poderoso y tener control sobre sus decisiones. Permitirle elegir de vez en cuando puede ser beneficioso.
Si un niño muestra falta de respeto hacia un adulto, podría estar señalando una desconexión emocional. Reforzar el vínculo entre ambos es fundamental.
Fuentes: // Naran Xadul // Imagen de Google // Paceful parents // Happy kids // Laura Markham //
